– Newsletter #8 –
Esto es, ante todo, un regreso a Alejandro Sanz. Y una carta al amor desconocido que nos espera a cada uno y una de nosotros. Este es (fue) un envío periodístico de viernes a la noche, para leer y mirar con las primeras luces del vino, las últimas luces de la semana, y las luces intermitentes del optimismo pagano.
¡Bienvenidos al tren!
Avísame y recojo la melancolía
Nunca pensé que iba a llegar el momento en que una canción o un videoclip de Alejandro Sanz quedara viejo. Nunca pensamos en cuánto van a durar las cosas que nos gustan. Yo por lo menos no me lo pregunto: hay que creer en el instante para consumir. Digo, nadie escucha música, lee un libro o incluso compra un jean pensando en que en unos meses o años ese disco, ese libro o ese jean ya no servirán. Lo sabemos, pero anulamos la dimensión del futuro para que tenga sentido. Imagino que por eso es tan reconfortante comprar cosas: es puro presente. Lo mismo, digo, el amor.
Que suenen los bombos y platillos. ¿Qué es el amor sino una convicción?
Una mujer muy importante para mi me regaló una vez El Poder del Ahora. Después me dejó, muchas veces. Supongo que en ese primer regalo estaba la clave de lectura de lo que sería nuestra relación, pero no supe unir los puntos. Hoy lo cuento con cierta alegría porque esa mujer es parte del pasado y -suenen bombos y platillos- ¿qué es el olvido, sino una convicción?
¿A qué viene todo esto? Pues, a nada. El tiempo es corto y la libertad es escribir caprichosamente. Y hoy estoy aferrado a una canción de Alejandro Sanz (que me sigue produciendo lo mismo), pero ¡ay, que dolor! hace un rato se me dio por ver el videoclip.
Es este:
La tragedia es que se me rompió un parlante hermoso que tengo y ahora debo escuchar en la computadora, pero a rey muerto rey puesto y qué lleno de ánimos que estoy hoy. ¡Y qué es el ánimo sino una convicción!
Vean, la cosa es así: quería escribir un mail en el que contar algunas novedades, estrenar capítulo de Edición Cuarentena (está ya online acá) y que alguna persona atenta descubriera el secreto de mi optimismo. Se abre el juego, respuestas por mail: quien adivine qué me tiene entusiasmado se gana todo el fervor del mundo (promoción no suscripta al mundo real).
También debo contarles (debí hacerlo hace tiempo) que finalmente acepté hacer esa charla TED que conté hace un par de envíos y el evento fue la semana pasada. Muchas personas me respondieron en su momento dándome una opinión y las tomé todas muy en serio. De hecho, incluí muchas de esas sugerencias en la charla. Fue sobre la cultura de la cancelación pero con una mirada personal. Me siento bien con haberlo hecho y con el resultado. Cuando suban el video se los compartiré. El sábado se vio en vivo para quienes siguieron el evento pero la vida de las TEDx al parecer comienza una vez que las suben a YouTube. Los mantendré al tanto.
La playlist pasó de tema y ya no me habla de un mundo nuevo que sigue (donde un día lo pusiste). Comenzó Aprendiz. Pero yo paso a la siguiente parte de este envío diciéndoles con toda la fuerza del corazón que si este mail acaso no resulta, avísenme y recojo la melancolía.
Pero antes, decreto en esta línea que se inaugura temporada de inventarse un amor y que funcione. (No, no conocí a nadie, pero volvió This Is Us, se casa mi amigo Willy -en Ecuador, ¡oh, un viaje!-, y ya no hay tanto plátano flotando en el aire de la tarde).
¡Gracias por su atención! Recuerden que este texto (ampliado) fue enviado originalmente a través de la Newsletter de Under Periodismo. Si quieren recibir los textos en su día de envío, suscribite gratis a la newsletter aquí abajo.

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